Si en algo nos hemos diferenciado en Chapoteos, en lo que se refiere a la actividad acuática infantil, es que en todo momento hemos respetado la “opinión” del niño respecto a lo que está o no bien para él. Aunque él no pueda aún hablar o expresar su opinión de forma verbal, nosotros respetamos sus indicaciones: su estado de ánimo, su actitud frente a la actividad etc.
Imagínate que un día por la mañana, cuando aún no has acabado de despertarte, alguien te coge por las axilas, te coloca un pantalón que detestas, te embadurna con un líquido oloroso que nunca habrías elegido tú, te sienta en el suelo rodeado de cachivaches de colores y se abalanza sobre ti en arrumacos diciéndote cosas que no entiendes…, ¿no pensarías que ese alguien está loco y que tu vida es un desastre?
Esto, que parece tan extraño visto así, es algo rutinario para la mayoría de los niños en su infancia; y sin embargo no es tan malo como parece, porque en el fondo de todo, lo único que salva al niño de no rebelarse y ser muy desgraciado, es el hecho de que lo anterior se hace con una actitud muy amorosa hacia él. Pero claro, al final el problema sigue siendo el mismo: El niño no ha decidido: nadie le preguntó si eso es lo que él quería ni consiguió su aprobación antes de hacerlo. Así que, si el amor es tan decisivo en todo ello, ¿qué tal si además de querer al niño se contase con su aprobación, con su decisión antes de entrar en nada?
Está demostrado que en cualquier campo de enseñanza, la fuerza no funciona y hace a las personas coger aversión a las cosas. Por ello, toda nuestra metodología se basa en ir enseñando al niño en un suave gradiente, aplicando siempre el necesario para que pueda aprender y disfrutar con esta actividad, y algún día recordarla como uno de sus mayores momentos de placer en su infancia. Estos objetivos se consiguen a través de distintos estadios de evolución a lo largo de los trimestres de los que se compone el curso escolar. Estamos convencidos de que esta os parecerá la forma ideal para educarles.
Nosotros creemos en un sociedad en la que los niños son educados con las mismas bases de respeto y derechos que los adultos desean para sí mismos, y es en este punto donde más importante resulta el no violar estos fundamentos, ya que cuando trabajamos con niños estamos trabajando con una pizarra en blanco donde todo lo que escribas aparecerá en el futuro, y condicionará el comportamiento de ese joven, de ese adulto.