Hola amigos!

Hoy vamos a tratar un tema que nos despierta muchas dudas.

No vamos a entrar en valorar si es normal o no que un bebé tenga miedo al agua. Como norma general, les gusta el agua pero también hay ocasiones en las que no es así.

En cualquier caso, es importante saber qué es lo que rechazan,  porque a lo mejor no es el agua en sí, sino el entorno, la temperatura, tienen hambre o sueño, o un largo etc.… Como padres, aprendemos a identificar los distintos llantos de nuestros hijos pero además del llanto, debemos poner atención a la tensión muscular que les produce ciertos estímulos o situaciones no gratas para ellos.

Somos de la opinión de que si desde un principio el acercamiento a la piscina, a la bañera, al mar o al agua en general, se hace de forma gradual podemos conseguir que este miedo no aparezca. Debemos avanzar poco a poco dejando al niño experimentar en un medio de seguridad y observando qué le gusta y qué no. Y lo más importante debemos sentirnos tranquilos y seguros con él.

Ahora bien, si este miedo ya ha aparecido, debemos tener en cuenta varias cosas:

–  El niño tiene miedo a aquello que le sobrepasa de alguna manera. Si lo imponemos de forma brusca, será algo contraproducente y le provocará más miedo aún. Lo ideal es que se acerquen gradualmente a aquello que le asusta. En el caso de la piscina, será recomendable que el niño pase uno o dos días jugando al borde de la misma, para que se familiarice con el medio. Veremos como poco a poco él solo empezará a chapotear y a echar los brazos al papá o mamá para entrar al agua, pero nunca lo haremos a la fuerza.

– Lo mejor es no invalidar ese miedo. Tener miedo no es no nada malo ni nada grave. Todos podemos tener miedo a algo y el niño que lo tiene, no es peor. Esto debemos entenderlo desde el primer momento. Nuestra tarea será hacer ver al pequeño que el agua es un medio donde divertirse y pasarlo bien.

– Es muy importante que el niño se sienta seguro al entrar en el agua. Hay casos en los que el pequeño quiere estar muy agarrado al papá o a la mamá. En estos casos dejaremos que se apoyen en nosotros y no forzaremos a que se separe. Gradualmente, dejaremos que se aleje, le daremos otros apoyos e irá experimentando su propia autonomía.  Cuanto más autonomía tenga el niño, más fácil será que pierda el miedo al agua.

– Otra cosa importante será premiar cada logro con un beso, una sonrisa, un abrazo…  y en contra, ignoraremos aquellas veces en las que no sea capaz de hacer algo o no se atreva. Siempre tendremos en cuenta lo que sí está consiguiendo.

Por último dos cosas muy importantes:

1. No utilizar el miedo como un recurso; a menudo, cuando el niño tiene miedo a algo, se le amenaza para conseguir algo de él: “o haces esto o te tiro al agua”. De esta forma nunca dejará de tener miedo al agua.

2. Muchas veces nos encontramos con miedos que los papás están transmitiendo a los pequeños. Ocurre que el niño no tiene miedo a meter la cabeza debajo del agua pero la mamá o el papá no están tan convencidos. Y estos miedos se perciben.

Con estas notas podéis empezar a experimentar y a jugar, y veréis como poco a poco se van animando y lanzando a la piscina hasta convertirse en unos auténticos pececillos.

¡A NADAR!

Elena C.